La más injusta distribución de rentas de la Historia de España


Escribe Roberto Centeno

Que el modelo de Estado en general, y Zapatero en particular, han llevado España a la ruina es un hecho conocido por todos (o por casi todos, dado que cerca de siete millones de españoles tienen un odio tan ciego hacia a la derecha, como señalaba France Soir, que les da lo mismo votar su propia ruina). Y, sin embargo, hay otro hecho paralelo, más demoledor si cabe, al que nos ha llevado la dictadura partitocrática impuesta en la Transición, es decir, los dos grandes partidos y los nacionalistas: la España actual tiene la más injusta distribución de renta y riqueza no solo de toda Europa, sino de toda la Historia del país desde la desamortización.

Comentaba hace unos días con mi gran amigo César Vidal, una persona que conocen bien los hechos y cifras de nuestra Historia, que sin duda la distribución actual de rentas es la más injusta que hemos conocido en casi 200 años. Obviamente, lo que estaba diciendo, algo perfectamente cuantificable, no era que hoy se viviese peor que en aquella  época, si no quela diferencia media de renta entre el segmento más rico de la población, la nobleza terrateniente entonces y la oligarquía empresarial y financiera hoy, y la renta media del 70% de la población, era menor en aquellos tiempos que ahora.

Hablando de mi experiencia personal al frente de una empresa que tenía entonces 8.000 empleados (en los años 60 y 70), la diferencia de sueldos entre la media del 70% de la plantilla menos pagada y la media de la alta dirección era de 1 a 6. Esa era la cifra habitual en las grandes compañías y bancos del país. A día de hoy, en esas mismas empresas y bancos las diferencias entre los mismos segmentos es de 1 a 25 o más. Ciertamente, algunas firmas ganan hoy más que en los años 60 y 70, aunque muchas más estén perdiendo, pero no hablamos de cifras absolutas sino relativas. ¿Son acaso las altas direcciones de los grandes bancos y empresas actuales más listas o más trabajadoras que las de sus homólogos de entonces? Y la respuesta es, rotundamente, no.

¿Es que Rafael del PinoClaudio BoadaEntrecanales padre, Pedro Toledo,  Pedro Durán, etc, eran peores gestores o menos trabajadores que los actuales? Es justo lo contrario. De hecho, ya no hay capitanes de empresa como ellos, si exceptuamos dos o tres. Ellos fueron unos auténticos gigantes, cogieron una España subdesarrollada y rural y la convirtieron en una potencia industrial con el mayor grado de convergencia jamás alcanzado con los nueve países que constituyen el corazón de Europa. Y en las empresas a su mando la alta dirección ganaba solo seis veces la media del resto.


Unas cifras sobrecogedoras

El problema es otro. El nivel de explotación de los asalariados después de la Transición, y particularmente con el partido socialista, ha llegado a extremos absolutamente intolerables. Y eso que me refiero a las grandes empresas, donde los asalariados son la crême de la crême, no al 70% que ni siquiera sonmileuristas de media. Hay otro problema adicional que me señalaba César Vidal, porque el meollo es la unidad familiar. En los años 60 y anteriores lo normal era que solo trabajara una persona en la familia. Hoy en día eso es impensable: o trabajan los dos, o no pueden sobrevivir. Una familia no puede sobrevivir con 800 euros mensuales, que es la media del 70% de los asalariados españoles. Y con ello no quiero decir que la mujer no deba trabajar, todo lo contrario, lo que quiero decir es que el grado de explotación es tal que la mujer tiene que trabajar hoy fuera de casa sí o sí, porque no hay otra forma de que el 70% de las familias salga adelante.

Las cifras están al alcance de cualquiera que se moleste en buscarlas, aunque las más recientes las publicaba Carlos Sánchez hace unos días en estas mismas páginas. Y resultaban sobrecogedoras. La Agencia Tributaria acaba de publicar los datos más recientes sobre la situación del mercado laboral, que muestran el reparto salarial más injusto de la Historia de España. 10,4 millones de personas, el 71% del total si exceptuamos a los empleados públicos (que ganan un 30% más que la media del sector privado), ganan menos de 800 euros como media, ya que más de la mitad (5,6 millones) percibe menos del salario mínimo interprofesional (520 euros), lo que significa que no tienen trabajo todo el año.
10,4 millones de personas, el 71% del total si exceptuamos a los empleados públicos (que ganan un 30% más que la media del sector privado), ganan menos de 800 euros como media, ya que más de la mitad (5,6 millones) percibe menos del salario mínimo interprofesional (520 euros), lo que significa que no tienen trabajo todo el año. 
Mientras, los directivos y altos ejecutivos ganan cifras escandalosas, muy superiores a la media europea. Una distribución en la que la diferencia entre los ingresos medios de las capas más ricas y los ingresos medios del 71% de la población es de más de 50 veces (no confundir con las grandes empresas).

Y, así las cosas, existe la idea generalizada de que la reforma laboral es una condición esencial para salir de la crisis. Dicha reforma es necesaria, no hay duda, pero no como pretenden patronal y sindicatos. El problema número uno a abordar es que los convenios de empresa prevalezcan sobre los convenios colectivos. Una decisión así sería auténticamente revolucionaria; conllevaría el final de los sindicalistas de pesebre y de la CEOE, que no representan a nadie. Después, lograr el fin total y absoluto de la subvenciones a sindicatos (que se llevan 2.000 o 3.000 millones de euros porque sí) y de los cursos a los parados, que pueden impartir perfectamente los cientos de miles de funcionarios que sobran. 
Deben financiarse con las cuotas de sus asociados, al igual que en el resto del mundo. Y, por último, se debe acabar con la lacra del absentismo, que alcanza ya cifras inasumibles, sobre todo en la función pública.

No será reduciendo aun más salarios y condiciones laborales de casi el 70% trabajadores, que viven en lo que los economistas denominan umbral de la pobreza, como sacaremos a España de la crisis. Los líderes sindicales y la patronal han ido a Génova a preguntar una sola cosa, porque los trabajadores les importan un pimiento: “¿Qué hay de lo nuestro Sr. Rajoy?”. Y aquí Rajoy tiene una oportunidad histórica para acabar de una vez para siempre con este despilfarro.

Por otra parte, ¿se han bajado los sueldos los banqueros, grandes empresarios y demás hermanos mártires? No, al contrario, no paran de subírselos. Y no es que ganen más, algo que han logrado muy pocos, porque la mayoría está en la ruina y otros muestran caídas brutales en sus resultados. Entonces, ¿qué pasa con los sueldos?, ¿bajan con los resultados? No, padre, suben como la espuma. No sé como tienen la desvergüenza de pedir congelaciones salariales si ellos no son los primeros en dar ejemplo. Y ante esto, con seis millones de parados reales, un 24% de familias viviendo por debajo del umbral de la pobreza y millón y medio tiradas literalmente en la cuneta, Zapatero   convoca ruedas de prensa urgentes para comunicar a los españoles que un grupo de supuestos expertos ha decidido que hay que desenterrar a Franco. España se parece cada vez más a un país de locos donde la clase dirigente ha perdido el norte, el sur, el este y el oeste.

Roberto Centeno en Cotizalia

Total Pageviews

Followers