Putin no lo tendrá fácil: los rusos no aceptan el más que presumible pucherazo electoral. Los rusos han salido a la calle, hartos de ver el mangoneo de su clase política que pasa por encima de los más elementales principios de la democracia.
Las masas han tomado las calles en las principales ciudades rusas.
Incluso los medios dan amplia cobertura a las manifestaciones populares.
Moscú ha decidido no dormir. Moscú no soporta a Putin, pero sobre todo no ha soportado las prácticas abusivas totalitarias del tétrico personaje, un Rubalcaba de la estepa.