Rubalcaba tiene palabra, el PSOE tiene palabra, pero claro, las palabras del socialismo son absoluta basura. El peligro está en sus hechos: son basura tóxica, radiactiva. Ya hay más de un lector que comienza a creerme, aunque ya es demasiado tarde. Demasiado tarde para todo, han pasado 8 años desde el día nefasto en que entraron rodeados de explosiones en el gobierno de este desgraciado país.
¿Y ahora? Ahora a disfrutar de vuestros errores.
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Luis Maria Anson analiza la última atrocidad de uno de los pocos socialistas supervivientes: la convocatoria de un referendum en Grecia.Un tal Papandreu (una especie de Zapatero a la griega) está poniendo en peligro toda la estabilidad europea. Muy propio de la mentalidad socialista; primero yo, después el diluvio. O las dos cosas.
El referendum griego zarandea Europa
Seguro que Papandreu tiene razones internas considerables para la pirueta política que acaba de anunciar: la convocatoria de un referéndum sobre las medidas de austeridad y recortes. Piensa ganarlo pero lo puede perder. A Europa no le vale la pena correr ese riesgo. A Papandreu, sí. Los jefes de Estado y de Gobierno hicieron un gran esfuerzo en la última cumbre para solucionar la situación griega y evitar el deterioro de la zona euro. Ahora resulta que los ciudadanos griegos son los que decidirán.
En ciertas cuestiones, el referéndum es una sana práctica democrática. En otras no. Si se propone en referéndum que Zapatero otorgue de despedida, como última merced, 3.000 euros a cada familia española en concepto de ayuda para salir de la crisis, el voto afirmativo sería clamoroso. Si se convoca a referéndum al pueblo español para restablecer el servicio militar, el no alcanzaría proporciones abrumadoras.
Hay cuestiones que no se pueden someter a referéndum. Grecia ha despilfarrado sin tino. Los ciudadanos griegos han vivido el 30 o el 40% por encima de sus posibilidades. Y han contraído una deuda gigante. Con el objetivo de no desarticular el sistema, Europa ha decidido una quita del 50% a cambio de una serie de exigencias de austeridad. El deber político, y tal vez moral, de Papandreu era asumir el desgaste de las medidas impopulares y su eventual salida del Gobierno si así lo decidieran los griegos en las próximas elecciones. Sin embargo, ha preferido sentirse respaldado, comprometiendo la estabilidad europea en una disparatada consulta popular que, seguramente, ganará pero que ha desatado el pánico en los mercados, sumiendo a Europa en la incertidumbre cuando parecía que la zona euro remontaba la crisis.
Luis María ANSON
de la Real Academia Española
de la Real Academia Española