No importa que nos irritemos con la vecina, mejor es amarla. No vale la pena ponerse en broncas, pudiéndose dar la mano, incluso darse un beso francés.
Bueno, en las intimidades allá cada cual, pero que no falte una chispa de humor, de sensualidad, de erotismo. Porque la vida sigue y la Humanidad se ha recuperado de las peores brechas. Y lo mejor, se acaba por olvidar los malos momentos.