La creación de empresas públicas innecesarias es un invento de los partidos políticos para colocar en ellas a sus parientes, amiguetes y paniaguados. La inmensa mayoría de las cerca de 4.000 empresas públicas pierden dinero. Los contribuyentes, con los impuestos que les desangran, pagan el despilfarro. Hay empresas públicas nacionales, autonómicas, provinciales e, incluso, municipales. La inmensa mayoría de ellas no son otra cosa que una coartada para crear empleo público, que se somete luego a las exigencias y los abusos de los sindicatos.
El escándalo en medios económicos ha sido mayúsculo cuando se ha conocido que la cifra del endeudamiento de las empresas públicas es de 47.862 millones de euros. Si esta cifra resulta atosigante, lo es más todavía el dato de que, en plena crisis económica, la deuda es hoy un 13% superior a la de hace una año.
El desprecio del ciudadano medio por la clase política se acentúa día a día. Cada dato nuevo que se conoce, supone un despilfarro más. La caravana del derroche público no tiene fin. Ciertamente, el PP ha empezado a tomar medidas en algunas comunidades autónomas como Castilla-La Mancha o Extremadura, pero las cifras generales aterran. Los españoles dedican una parte sustancial de su trabajo a pagar a los políticos manirrotos que derrochan el dinero público, es decir, el dinero de los impuestos, de la forma más desconsiderada.
Sobran el 90 tal vez el 95% de las empresas públicas. Después del 20-N unas de las tareas sustanciales del nuevo Gobierno será la cancelación de millares de empresas públi-cas creadas con el objetivo tórpido de convertirse en agencias de colocación.
Luis María ANSON
de la Real Academia Española
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La hierba de San Juan, mi artículo de hoy en Diario de Ibiza. También archivado en Notas de un fenicio.
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