L'home dels nassos o 50 motivos para irse de Liliput ( dirige Arcadi Espada)



 

L'home dels nassos, por Arcadi Espada

07 SEP 2011 12:13

Leo al patético Mas, tan catalán. Aún más catalán que Pujol, en forma y fondo. Esa es la gente por la que se crearon los carácteres nacionales, y hay que darles gusto. Entre su virtud catalanísima la de hablar castellano con su mujer, durante muchos años, y haber logrado el cambio. No está al alcance de cualquiera. Otra de las características de esa gente es su educación pésima. Fíjense bien en el catalán, que es un carácter permanentemente apretado: es que trata de contenerse. Pero, a veces no, puede. Entonces… ¡cuidado, mucho cuidado! Una fiera. Una temible naturaleza desatada. Tiembla el Estado. Que no nos toquen... Pero las narices. L'home dels nassos. Con tantas narices como días le quedan al año. Qué buena leyenda para un catalán. Uno que se creía único. Los catalanes… ¿Qué son los catalanes? Poco más que la mala conciencia de algunos españoles. No hay que remontarse a la historia. Sólo hay que leer el editorial consuetudinario de la prensa socialdemócrata. Una catalanada. Se prodigarán ahora que se jubiló Unzueta, que al menos sabía escribir entre líneas, como Zidane. El editorial dice que se cumpla la ley, que se incumpla y que lo arreglen. Como quien dice una de bravas. Ese momento de magia despótica del periodismo. Que lo arreglen, dicen los perpetuos i-rresponsables.
Por lo demás no llueve. Llevamos muchas semanas con la humedad a 85. ¡El clima de Barcelona! Hasta eso le gustaba a Correa, nogensmenys.  Bochorno, qué palabra más adecuada para lo que siento. Aunque en realidad, uno solo siente bochorno cuando se trata de algo suyo. Oigo estas palabras del viejo Nickjournal:


«Emigrante, camisa blanca, desabrochada, y pantalones negros, pelea a navaja, furiosa y bravamente, con su sombra.
—Sí: los guiris de la Rambla, el nepotismo ilustrado, el guerracivilismo, los progres del caviar, la putrefacta humedad, Wilson Pacheco flotando en el Maremágnum, la burguesía inmobiliaria, Clos y sus dientes de plástico, el nacionalismo cómo no, los motivos del Fòrum, las sardanas en la Catedral, los catedráticos por demérito, mi vecino suicida, Narcís Serra y el CIDOB, los periodistas catalanes jugando al golf, la inversión más baja en Educación, el peluquín de Aznar, la asfixia ideológica, las protegidas de Cugat triunfando en Madrid, las basuras en la puerta de casa, la esquina del Corte Inglés, los pijos con gafas de pasta en el Raval, no llegar a final de mes, el metro a las siete, las bombas recalentadas del carrer Ample, "¡Charnego!", las ong en Ciutat Vella, Sopa de Cabra, el careto corrupto de Piqué, las columnas de la Torres, el Carrusel Deportivo, las greñas de Portabella, los lemas de las manifestaciones, los votantes de Pujol y Carod, el Plató de Julia —que nunca se sintió abandonada, perdida ni sola—, los intelectuales al norte de la Diagonal, las alfombras de plaça Sant Jaume, els maulets y sus pañuelos desteñidos, el botifarrisme, las higiénicas Tv3 y Catalunya Ràdio, los que esconden sus apellidos, las mierdas de los perros, el Fossar cada septiembre, la imposibilidad de proyectos, el rencor secular, el provincianismo admirando a Francia, los domingos por la tarde en el Eixample, el Canódromo, el orgullo de la ignorancia y las cincuenta familias que dominan Cataluña. Cincuenta motivos para abandonar Liliput. Cataluña, Espanya, qué más da. Miro al cielo, henchido de cometas. Un lugar, cualquiera, en el mundo donde por fin ser emigrante con razón. Fue soltar amarras y empezar a crecer, the captain of my soul. Pasan los años y una pesadilla se repite: vuelvo a Barcelona.»

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