Ya piden la insumisión o rebelión abiertamente y desde el Congreso de los Diputados, que les paga con dinero y libertad: "Los catalanes hemos de prepararnos para saltar el muro constitucional" (un tal Miquel Bofill).
Políticos catalanes: da el coñazo , que algo queda. O esto se creen. Pero qué palizas son.... que metafísico aburrimiento. Cierto que no todos los catalanes son iguales, pero entonces ¿por qué votan a estos impresentables tragadineros?
¿Hay que seguir pagándoles el sueldo?
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La güija catalanista, por Francisco Caja
- El sistema lingüístico que rige en las escuelas es la mejor garantía para la desigualdad social.
- El Tribunal Supremo se ha pronunciado de forma taxativa: el sistema de inmersión lingüística, que está en vigor desde el año 1993 en Cataluña y que supone la exclusión del castellano como lengua vehicular o de docencia, es “contrario al espíritu y la letra de la Constitución”. Ya no hay discusión posible.
Para decirlo de forma castiza, se pronunció el Tribunal Supremo… punto redondo. ¿No hay más que hablar? Evidentemente no, a juzgar por lo que están largando (el lector me perdonará por la nueva licencia castiza) los ilustres miembros (y hasta las miembras) del Gobierno catalán. A burro muerto… cebada al rabo, podríamos decir; pero este burro, sin duda, se comunica desde el más allá a los ilustres miembros y miembras.
La güija catalanista no cesa de hablar estos días para convencernos de que el sistema de inmersión lingüística (esto es, la exclusión del castellano como lengua de docencia y su reducción a una mera asignatura como el francés o el inglés, lenguas extranjeras) es un sistema inmejorable para que los niños aprendan no sólo el catalán, sino el castellano “al mismo nivel que los niños de Salamanca” (sic); que el Tribunal Supremo forma parte de una conjura judeo-masónica contra Cataluña y el catalán, y, en colmo del estro catalanista, la consejera de Educación de la Generalitat nos dice que pasarán por encima de su cadáver antes de que se imparta una sola asignatura en castellano en sus escuelas.
De lo que no habla la güija nacionalista es de las consecuencias reales, acreditadas, de ese milagroso sistema lingüístico. Dos informes elaborados por dos entidades nada sospechosas de proclividad hacia el españolismo lo han confirmado. Tanto el informe Equidad, excelencia y eficiencia educativa en Cataluña. Un análisis comparado, patrocinado por la Fundación Jaume Bofill, entidad catalanísima y subvencionadísima por el Gobierno catalán, como el Informe sobre el riesgo de fracaso escolar en Cataluña, del también catalanísmo Consell de Treball Econòmic i Social de Catalunya, elaborados sobre la base de los informes PISA, demuestran de forma incontestable que los niños castellanohablantes, de un mismo nivel socio-económico-cultural, obtienen unos resultados escolares sensiblemente inferiores a los catalanohablantes (40 puntos por debajo). Además, duplican el riesgo de fracaso escolar (es decir, los niños que no tienen un nivel mínimo de conocimientos): un 20,4% de los castellanohablantes frente a un 10,5% de los catalanohablantes.
Pero la güija nacionalista sigue repitiendo su mantra: la inmersión lingüística asegura la cohesión social (¿?). Hablemos de los efectos de la inmersión sobre los hijos de padres inmigrantes: el riesgo de fracaso escolar de un niño procedente de la inmigración se cuadruplica en Cataluña respecto a un niño catalanohablante; en Cataluña los alumnos inmigrantes obtienen por media una puntuación inferior en 71 puntos a los que obtiene un alumno autóctono, frente a los 55 que obtiene en el resto de España.
Es hora de que los muertos entierren a sus muertos, como dijo el poeta, que la güija calle y que la realidad se imponga: el sistema lingüístico que rige hoy en las escuelas es la mejor garantía para la desigualdad social en Cataluña. Es obvio, a la luz de datos verificables, que el sistema de inmersión lingüística produce una innegable fractura en el nivel educativo y social entre castellanohablantes y catalanohablantes, aumentando las desigualdades y dificultando la igualdad de oportunidades entre todos los ciudadanos. Lo llaman “sistema de inmersión lingüística”, pero basta detenerse un momento para advertir su carácter fraudulento: no todos los niños son inmersionados en el sistema catalán de inmersión: sólo lo son los que no tienen como lengua el catalán. Los niños catalanohablantes no son inmersionados; reciben la enseñanza en su lengua materna. Bautismo forzoso por inmersión se llama eso. Para redimirlos de ser españoles. La pseudorreligión del nacionalismo.
*Francisco Caja es presidente de Convivencia Cívica Catalana.