Baleares: Somos una gran familia, no un país


Siempre me pareció forzado aquel lema ´Quatre Illes, un país´ quizás porque yo países reconozco los que nos recitan la ONU –y me sobran algunos– y ´El País de las Maravillas´, una obra estimulante que siempre recomiendo.

Aquel eslogan andará flotando por ahí, pero me parece un acierto el desuso y no perderse en tonterías identitarias que no conducen más que a la frustración y al guerracivilismo, de tan fácil injerto en estas tierras.

Es difícil contrarrestar el magma populista, sobre todo cuando éste es regado con abundante dinero del contribuyente y es inculcado desde las escuelas de primaria y desde los medios de comunicación, en general también cebados con sabrosos contratos de publicidad institucional. Yo intenté oponerme de una forma relajada y con una indisimulada querencia por la lírica histórica y el humor de navegante cuando dije aquello de «somos fenicios», lo cual además es una gran verdad.

Pero, ay, no basta con una gran verdad, hacen falta otras cosas para prender la yesca del entusiasmo. Y tampoco se puede pugnar contra el nacionalismo con sus mismas armas viscerales y demagógicas.

En cualquier caso, me ha gustado más la última formulación balear que aparece en el titular del Diario: Cuatro islas, «una gran familia», que narra la grabación de un programa de IB3 de alcance interinsular (¡la leche, mem!) y con la evidente voluntad de reforzar las lazos de los isleños entre sí. Lo de país se lo dejo a los catalanistas, que de esto ellos saben mucho. (Diario 21 y 22 abril, 2011)

Dicen, y dicen bien: ´Som Balears´ y esto que es una obviedad ha de terminar siendo una evidencia, con ayuda de los brincos púnicos de nuestras collas de sonadores o con los dulces compases de ´El parado de Valldemossa´ (de ahí que siempre pare yo en Valldemossa) o los más recónditos aires menorquines, tan cerca de Catalonia y tan lejos de Ibiza.

Me gusta más ´Som Balears´ que la entelequia ´Som un país´, lo cual sería, como mínimo, de imposible demostración. Y miren, incluso para demostrar que somos una familia tendremos algunos tirones y pellizcos, porque partimos desde los mismísimos orígenes de universos no sólo distintos y dispares sino opuestos. Quiero decir, que el mundo talayótico aparece con extraordinaria contundencia en Mallorca, con belleza y mesura en Menorca, pero no conozco en Ibiza –a pesar de nuestros restos megalíticos– nada parecido. Quiero decir, por ejemplo, que mientras Ibiza sufría una intensa colonización fenicia (primero) y púnica (después), ellos se entendieron más y mejor con los odiados romanos. La romanización nos uniformó, pero la cristianización volvió a marcar las diferencias: Mallorca sufrió una gran matanza de indígenas y una colonización de campesinos catalanes; Ibiza no, ni mucho menos. Etcétera.

No quiero hacer de la diferencia un valor absoluto, sino un argumento positivo. Somos un archipiélago muy fuerte, muy variado y muy diferente. Pero ocurre lo mismo en la Comunidad Valenciana, en Castilla, La Mancha, Andalucía, Catalonia, Extremadura, Galicia... Si es que casi nadie es igual a nadie, diferencias que no pueden ser la palanca para abrir la puerta a nacionalismos estériles ni a demagogos garrapatas del presupuesto común. No temas caminar con alguien distinto a ti.

Diario de Ibiza

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