El país está noqueado, trastornado, fuera de sí. Tiempos duros para la lírica, peor no para el nacionalismo, que sigue ordeñando la poca leche que nos queda y que administran los pusilánimes.
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Se están conjuntando todos los elementos necesarios en un país históricamente dado a los temporales para la formación de la tormenta perfecta.
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Dice ETA que han ganado la batalla política. Cierto. Y la bélica. Gracias al tétrico Tribunal especial o Tribunal Constitucinal, que han dispuesto por encima del bien y del mal, por encima de los españoles y de la Constitución vigente (o no tan vigente, puesto que ha quedado obsoleta).
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Y no puede decirse que los catalanes vayan a la zaga: CiU arrincona el español y da siete millones a los medios en catalán.
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¿Se resuelve aquí algún problema? Ni uno solo. Lo único importante es perseguir al contribuyente para humillarlo, reducirlo a la nada y extirparle los pocos euros que le queden en el bolsillo. Mikel Buesa lo tiene claro, aunque es muy optimista. Yo no creo en absoluto en las autonomías.
La imprescindible necesidad del ajuste autonómico en España, por Mikel Buesa
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¿Cuál es la ocupación más contratada en junio? Camarero. Bendito y denostado turismo en este crucificado país de nacionalistas ultramontanos, terroristas, toreros, guitarristas, putas y políticos afuncionales.
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Pero muy por encima de nuestras cabezas y de nuestra miserable historia doméstica sobrevuela otro fantasma mucho mayor: Si España o Italia necesitaran rescate, estaríamos ante el final del euro. Lo dice Alberto Recarte y es difícil no estar de acuerdo.
Ya estamos en camino.
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El Cambalache, por José García Domínguez
Mariano Rajoy, que ya empieza a desprender el suave aroma a BOE que tanto amansa a las fieras, se acaba de despachar con una verdad a medias a fin de sosegar a los mercados. Pues, como todos los políticos, el gallego también ignora que el único modo efectivo de contagiar tranquilidad al dinero consiste en permanecer tranquilo. De ahí esa liturgia recurrente, la de los dirigentes desfilando ante las cámaras de la televisión para avivar aún más el pánico financiero con sus compulsivos llamamientos a la calma. Así, fiel a la tradición, don Mariano corrió ayer a declarar que "España es un país solvente, pese a su Gobierno".
"Y a su Oposición", le faltó añadir. Repárese, si no, en el último cambalache vergonzante que acaban de maquinar PP y CiU en el Parlament. Me refiero, huelga decirlo, al apaño que, bendición de Génova mediante, habrá de permitir que la Generalidad ignore –un año más– el déficit máximo fijado a las autonomías. Y es que, merced a las muy generosas tragaderas del de Pontevedra, los catalanistas han vuelto a convertir en papel mojado lo que se acordó en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. El célebre techo del 1,3 por ciento del PIB va a quedar entonces en mandato exclusivo para valencianos, murcianos, manchegos y demás gentes de mal vivir.
Por su parte, y con carácter exclusivo, Cataluña ha visto elevar al 1,8 ese muro infranqueable que constriñe el gasto del resto. Todo un presagio del implacable rigor y la férrea disciplina fiscal que el Partido Popular piensa imponer a las comunidades díscolas en cuanto se instale en el poder. En la Plaza de San Jaime deben estar temblando... de risa. Aunque no, por cierto, en las oficinas centrales de Moody’s, donde no se acaba de encontrar la gracia a las licencias periféricas de Rajoy. Por algo, su último boletín interno reza, lacónico: "el caso de Cataluña muestra que el Gobierno central no dispone de herramientas efectivas para forzar el cumplimiento presupuestario por parte de las comunidades autónomas". Pero acaso lo peor sea que tampoco dispondría de gobernantes prestos a hacerlo cumplir. Ni los hay hoy, ni parece que mañana los vaya a haber. Y las fieras, silentes.
Libertad Digital
"Y a su Oposición", le faltó añadir. Repárese, si no, en el último cambalache vergonzante que acaban de maquinar PP y CiU en el Parlament. Me refiero, huelga decirlo, al apaño que, bendición de Génova mediante, habrá de permitir que la Generalidad ignore –un año más– el déficit máximo fijado a las autonomías. Y es que, merced a las muy generosas tragaderas del de Pontevedra, los catalanistas han vuelto a convertir en papel mojado lo que se acordó en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. El célebre techo del 1,3 por ciento del PIB va a quedar entonces en mandato exclusivo para valencianos, murcianos, manchegos y demás gentes de mal vivir.
Por su parte, y con carácter exclusivo, Cataluña ha visto elevar al 1,8 ese muro infranqueable que constriñe el gasto del resto. Todo un presagio del implacable rigor y la férrea disciplina fiscal que el Partido Popular piensa imponer a las comunidades díscolas en cuanto se instale en el poder. En la Plaza de San Jaime deben estar temblando... de risa. Aunque no, por cierto, en las oficinas centrales de Moody’s, donde no se acaba de encontrar la gracia a las licencias periféricas de Rajoy. Por algo, su último boletín interno reza, lacónico: "el caso de Cataluña muestra que el Gobierno central no dispone de herramientas efectivas para forzar el cumplimiento presupuestario por parte de las comunidades autónomas". Pero acaso lo peor sea que tampoco dispondría de gobernantes prestos a hacerlo cumplir. Ni los hay hoy, ni parece que mañana los vaya a haber. Y las fieras, silentes.
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José García Domínguez es uno de los autores del blog Heterodoxias.net.
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*** Política a la catalana: Cataluña: El partido de Artur Mas apela a la insumisión si no hay pacto fiscal
*** CiU arrincona el español y da siete millones a los medios en catalán
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