El Estado se funda en la convivencia, no en la reconciliación



Cristina Losada en su blog colectivo Heterodoxias:

La reconciliación como tapadera

Un nuevo artículo de José María Ruiz Soroa para guardar en el archivo. Leáse mejor entero, pero para abrir boca, estos párrafos:
De ¿Reconciliación o convivencia?, José María Ruiz Soroa:
"[...]¿Han escuchado el discurso tipo de Bildu sobre el futuro? ¿No han observado que incluye siempre la reconciliación como una de las fases o etapas del futuro inmediato? Pues prepárense, porque entre Bildu y la caterva de apóstoles profesionales de la paz que padecemos, nos van a aburrir con lo de la reconciliación en los próximos tiempos.
La palabra-magma está bien escogida, eso hay que reconocerlo. Porque es uno de esos términos que coloca a quien lo profiere en una situación inmediata de superioridad moral sobre el interpelado. Algo parecido a lo que pasaba con la palabra ‘diálogo’. Ante una petición de reconciliación, ¿quien podría negarse sin convertirse de inmediato en rencoroso? ¿No quiere usted reconciliarse, no quiere ‘hacer las paces’? Pues es usted malvado y negativo, usted quiere mantener abierta la herida, es usted un buitre carroñero, como dijo Garaikoetexea. Quizás sea conveniente, para defenderse de este futuro uso agresivo del término, introducir una serie de precisiones acerca de su sentido y alcance. [...]
¿Es correcto definir como ‘reconciliación’ el estado social final al que aspiramos cuando hablamos de un futuro sin violencia terrorista en el que nadie ya legitime ni siquiera el recuerdo esa violencia? ¿Es adecuada la noción de reconciliación para describir el proceso de liquidar una insurrección violenta y terrorista contra el Estado de Derecho como la que se ha vivido? Creo que no, por una sencilla razón: porque, dicho en términos muy simplones, el Estado de Derecho no consiste en que todos los ciudadanos nos amemos, o seamos amigos, o experimentemos simpatía por los demás. Eso no sería un Estado de Derecho, eso sería el cielo. En una sociedad democráticamente ordenada no se espera de los ciudadanos que se estimen o se quieran, eso es cosa suya, sólo se espera -y se exige- que se respeten entre sí sus mutuos derechos. Por ello, la sociedad democrática no es un marco de personas reconciliadas entre sí (la eterna utopía de la redención), sino de ciudadanos que encarnan intereses y valores muy diversos y que las más de las veces entran en pugna y conflicto entre sí, pero que obedecen a unas reglas mínimas de respeto. La democracia no es la sociedad del consenso reconciliado, sino la institucionalización del disenso respetuoso. Precisamente por eso, el Estado no tiene como objetivo la reconciliación, ni se funda sobre ella, sino tan sólo la convivencia."
(Las cursivas ¡son nuestras!)

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Más, en Santiago González: Nos quieren reconciliar

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