Vía e-pesimo
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El PSOE teme sufrir en propia piel la medicina que aplicaron al PP de Camps y a otros
EL MUNDO revela hoy que el empresario Jorge Dorribo no solamente confesó ante la juez que había pagado comisiones a Manuel Bran, primo político de José Blanco, mediante facturas de gastos ficticios y cantidades en metálico sino que también declaró que esos desembolsos estaban reflejados en la contabilidad de su empresa.
La juez ya había incorporado al sumario esa contabilidad cuando se produjeron en Lugo los robos de los ordenadores de los administradores concursales de las empresas de Dorribo, encaminados casi con toda probabilidad a borrar esas pistas.No cabe descartar que esos apuntes contables sean falsos, pero no hay duda de que constituyen una base concreta para que el Tribunal Supremo pueda investigar si la juez le remite las actuaciones. Lo que es cierto es que, de momento, esa contabilidad corrobora la versión de Dorribo, que, sea cual sea su conducta pasada, se ha autoincriminado de la comisión de un grave delito al acusar a Blanco y a su primo. Por eso es creíble lo que ha dicho. Pero es que, además, Dorribo afirmó que había otros dos políticos -uno del PP y otro del BNG- que habían aceptado sus sobornos y los dos ya han dimitido.
Por ello, sorprende la falta de cautela del PSOE, que ayer cerró filas para defender al ministro de Fomento. Da la sensación de que sus dirigentes se han puesto muy nerviosos con este asunto. Sólo así se entiende una reacción tan melodramática como la de Rubalcaba, que se sintió obligado a señalar ante los padres de Blanco: «tenéis un hijo honesto». Cualquiera diría que los padres dudaban de su honradez.
Rubalcaba no tiene ninguna autoridad para defender a su compañero de partido, porque es un político al que se le ha pillado una y otra vez en mentiras flagrantes. No hay más que recordar su actuación como portavoz del Gobierno en la etapa de los GAL. O cuando negó contra toda evidencia que la juez hubiera dado un plazo de 10 días a Interior para entregar una información relativa a los Tedax de Sánchez Manzano.
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Editorial El Mundo
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Si a CiU no le gusta el subsidio, que no subsidie
DURAN LLEIDA se metió en un embrollo el sábado al criticar el PER que cobran los andaluces «que después se van al bar». Se dio cuenta y ayer intentó rectificar señalando que en absoluto quiso afear la conducta de los andaluces, sino resaltar lo nefasto de las subvenciones improductivas: «No nos gusta la cultura del subsidio», dijo textualmente en Barcelona. Bienvenida sea esta afirmación si significa que, a partir de este momento, la Generalitat de Cataluña va a dejar de subvencionar a las federaciones de deportes minoritarios para que actúen como nacionales en competiciones en el extranjero, de subsidiar a los periódicos para que usen el catalán o de pagar a fondo perdido a la industria cinematográfica para que propague artificialmente esa lengua. Es cierto que la cultura del subsidio ahoga la iniciativa, como ha pasado con el antes denominado PER. Pero tan grave o más es que el Govern estimule con dinero público iniciativas que no obedecen a demandas reales de los ciudadanos. Porque si así fuera no haría falta subvencionarlas.
Editorial El Mundo