por Luis María Anson
Era evidente que Eta haría su comunicado conforme a lo planteado por la Conferencia de San Sebastián, organizada por la propia banda terrorista y por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y financiada todavía no sabemos bien por quién.
Eta no se disuelve. No entrega las armas. Anuncia un cese definitivo de la violencia porque, instalada en las instituciones, ha conseguido el principal de sus propósitos. El presidente Zapatero, conforme a la negociación con Eta, urdió toda una maniobra para que Bildu fuera legalizado. Era el paso necesario para la gran farsa de la Conferencia de San Sebastián.
No se puede negar que el cese definitivo de la violencia es una excelente noticia. Pero al margen de que si Eta no consigue políticamente lo que va a exigir al Gobierno español pueda volver a las andadas, al margen de eso, está claro que ha impuesto sus principales tesis internacionalizando el conflicto e instalándose en las instituciones. Y además ha obsequiado al Partido Socialista con una baza perfectamente diseñada antes de las elecciones generales y, a la vez, ha conseguido un clima que probablemente le será tan favorable al brazo político de la banda como para conseguir grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados tras las próximas elecciones generales.
Mariano Rajoy ha hecho una declaración prudente en medio de la tempestad de euforia y de elogios desencadenados por los medios de comunicación adictos al Gobierno. Se ha avanzado considerablemente desde un alto el fuego a un cese definitivo de la lucha armada, pero el Estado de Derecho no ha conseguido lo sustancial: la disolución de la organización terrorista, la entrega de las armas, el reconocimiento de culpa y el perdón a las víctimas.
Luis María ANSON
de la Real Academia Española
de la Real Academia Española
Todos los artículos de este autor