Fiesta Nacional: Chacón, el ejército y el pachuli, por Cristina Losada


Hay una izquierda en España que aún se siente incómoda ante el ejército. Me refiero no sólo a esa incomodidad que le provoca el uniforme militar cuando no lo viste un guerrillero. Quiero decir que ven el verde oliva del dictador Fidel Castro o del terrorista Arafat y caen en éxtasis, pero el ejército regular es siempre instrumento de la opresión y el imperialismo. Sin embargo, además de ese antimilitarismo selectivo, el ejército español les activa otros resortes. Igual que España les suena a cosa de fachas, las fuerzas armadas les suenan a más de lo mismo y a ruido de sables. En suma, España y su ejército han evolucionado, pero ellos siguen fieles a sus prejuicios. Se diría que los guardan como si fueran tesoros, como si en ellos y solo en ellos, radicara su identidad, su diferencia.

Por el lado del nacionalismo, hay algo más que incomodidad. Hay rechazo. El ejército nacional está vinculado a la nación y una de sus funciones es la defensa de la integridad territorial. Ello es así en cualquier Estado democrático, pero el nacionalismo periférico desafía, precisamente, dicha integridad. Y es dentro de este cuadro clínico que adquieren sentido las declaraciones de la ministra de Defensa durante el que, según todos los indicios, fue su último desfile. Su último desfile militar, que Chacón se prepara para otras pasarelas. Seguro que piensa en ellas cuando lanza sus mensajes. Por eso no ha querido marcharse sin exhibir que preparó una Fiesta Nacional "menos militar, más abierta y más civil". Las fiestas nacionales suelen incluir paradas militares. Pongamos la vecina Francia. Allí el 14 de julio, las fuerzas armadas desfilan por la avenida de los Campos Elíseos, que ya es avenida. Pues no se le habrá oído decir a un ministro del ramo que hubiera que hacer "menos militar" la Fête Nationale.

Abrir, lo que se dice abrir, Chacón sólo abrió los museos, pero el caso era manifestar la reticencia. Quería enfatizar que permanece fiel a los prejuicios de los suyos. Fiel a ese "cuidado con el ejército" que anida en la izquierda, perfumado con el pachuli de un sedicente pacifismo. Y, cómo no, abonar el peaje al nacionalismo. La ministra, en fin, quiso cortejar a su potencial clientela. Aunque el oportunismo no excluye que participe de los tabúes. Salta a la vista la incongruencia, pero es resultado del pluriempleo. De ser generala de día, antimilitarista de noche y nacionalista a cualquier hora.

Libertad Digital
Cristina Losada es uno de los autores del blog Heterodoxias.es.

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